Con la llegada de la pandemia, una de las preocupaciones más recurrentes en la gente es el deterioro de la calidad del sueño por ansiedad, estrés, preocupaciones, entre otras causas.
Pero ¿se ha preguntado usted si las mascotas también pueden padecer de insomnio? La respuesta es sí, y si bien no es un problema crónico, como sucede en los humanos, las causas y síntomas son variables.
Para recuperar la energía empleada durante el día, que el cuerpo descanse y el cerebro pueda procesar todas las actividades y los estímulos que se recibieron durante una jornada habitual, los perros necesitan dormir entre 10 y 14 horas y los gatos, entre 12 y 16 horas al día. Estos rangos de tiempo varían de acuerdo con la raza, la actividad física, la temperatura ambiental, las condiciones de salud y también la edad (los cachorros de ambas especies necesitan dormir mucho más).
Además, los patrones de sueño de ambas especies también son diferentes: los perros, cuya actividad es más diurna, pueden tomar pequeñas siestas durante el día, pero gran parte de sus horas de sueño las emplean en la noche. Diferente situación ocurre en los gatos, que, por tener comportamientos de cazador, son más activos en las noches y madrugadas, y recuperan las horas de sueño y la energía durante el día. Teniendo en cuenta lo anterior, es importante conocer, entender, respetar e inculcar buenos hábitos de sueño en nuestros animales de compañía, así como hacer una observación recurrente, en estos tiempos de confinamiento, con el fin de determinar si existe una regularidad o si, por el contrario, nuestro perro o gato está sufriendo de insomnio como resultado de algún problema externo o interno que afecte sus tiempos de descanso habituales.
Las señales que nos indican que nuestro amigo peludo no está durmiendo bien son diferentes y variables.
Pueden ir desde problemas comportamentales como la pérdida del interés en las actividades diarias por cansancio, cambios en el estado de ánimo (irritabilidad, decaimiento, etc.), inquietud, nerviosismo, hiperactividad y aumento de las vocalizaciones nocturnas (aullidos o maullidos) hasta manifestaciones físicas de enfermedad (alergias, problemas renales, etc.), ya que el sistema inmune se desequilibra por alteraciones hormonales y nerviosas.
El primer paso es determinar que, efectivamente, nuestro amigo peludo está sufriendo de insomnio. El segundo paso será tratar de identificar cuál o cuáles son los factores que están llevando a nuestras mascotas a no descansar totalmente.
Entre las causas más frecuentes podemos encontrar:
Estímulos externos: muchas veces no le prestamos atención al lugar en donde nuestro animal de compañía duerme y este es uno de los factores más importantes. Sonidos, luces u olores fuertes impedirán que perros y gatos descansen como lo necesitan.
Problemas de salud: si existe alguna enfermedad, el dolor y la incomodidad le impedirán conciliar el sueño en su totalidad. Edad: con la llegada de los años, los animales de compañía sufren cambios en sus ciclos de sueño: son menos activos durante el día, duermen más, la digestión de los alimentos se hace más lenta y se levantan más en las noches. Además, en los perros existe una enfermedad similar a la demencia senil humana, conocida como síndrome de disfunción cognitiva, que afecta a los adultos mayores generando alteraciones de los hábitos. Ansiedad: cambios drásticos en cualquier elemento del entorno pueden desencadenar episodios de estrés, impidiendo que concilien el sueño fácilmente. Alimentación: dietas pobres en nutrientes, exceso de comida o consumo de comida casera en las noches (que dificulta la digestión) causan que el organismo tenga que hacer un esfuerzo extra para metabolizar los alimentos y que haya problemas de sueño. Temperatura: el calor aumenta la velocidad del metabolismo y disminuye la actividad física; como resultado de ello, perros y gatos dormirán mucho más en días calurosos y serán más activos en las noches, cuando la temperatura descienda. Lugares muy fríos e, incluso, la humedad también puede generar problemas de insomnio. Actividad física y aburrimiento: cuando un animal no se ejercita o no recibe los estímulos necesarios, habrá un exceso de energía, lo cual genera inquietud o intranquilidad, nerviosismo e hiperactividad.
- Evitar al máximo situaciones que generen estrés o ansiedad. - Establecer buenos hábitos: rutinas y tiempos de alimentación, juego, paseos y sueño. - Permitámosles descansar: pasar más tiempo en casa no quiere decir que quieran estar todo el tiempo con nosotros. - Ubicar su cama, cuna o colchoneta en un lugar tranquilo, cómodo, limpio y con temperatura adecuada. - Idealmente, la última ración del día debe ser de menor cantidad, y debemos dársela de 2 a 4 horas antes de ir a dormir. - Fomentar la actividad física por medio de paseos diarios, juegos en casa o actividades que los mantengan activos y que eviten el aburrimiento. - Fomentar la relajación con masajes, música suave o terapias alternativas como esencias florales o aceites esenciales.
Si bien existen diferentes alternativas de tratamiento (desde comportamentales hasta terapias alternativas o farmacológicas), nunca debemos medicar por nuestra propia cuenta a las mascotas, y el tratamiento siempre debe ser sugerido y supervisado por un médico veterinario experto en comportamiento animal que ayudará a identificar la causa del insomnio.
Fuente: Escrito por el Gabriel García, MV, para El Tiempo (https://www.eltiempo.com/)
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